Este poema breve describe la posibilidad de un futuro distópico cicatrizado por el cambio climático. Empieza con un tono pesimista y tenebroso que pinta un futuro en el que no vuelan las aves, no corren los ríos, montes que deberían tener nieve no la tienen y prados antes verdes quedan desertificados. Las palabras transmiten angustia de futuras generaciones que no pueden ver un cielo estrellado ni respirar profunda ni tranquilamente por la contaminación que hay en la atmósfera.
Sin embargo, hacia el final de la obra, en los últimos versos, se introduce una sensación de esperanza, aclara que este futuro no ha llegado. Ni tiene que llegar. El poema incita la reflexión y la acción, recordando que todavía hay tiempo para cambiar rumbo, si actuamos ahora, podemos preservar la belleza del mundo tal y como debe ser, para nosotros y para futuras generaciones.
Mateo Hollis Rodríguez
Iber Maza Martínez
1º Bachiller Ciencias
IES Bernardino de Escalante (Laredo, Cantabria, España)