Hice una minificción sobre el cambio climático.
En un futuro cercano, la Tierra estaba irreconocible. El calor del verano se había vuelto interminable, y los inviernos eran solo una lejana memoria. Una niña vivía en una pequeña aldea costera donde el mar había ganado terreno, y nunca había conocido un mundo sin desastres climáticos.
La niña encontró una caja vieja en el desván de su casa por la tarde. Había cartas de su bisabuela, escritas en un tiempo donde las estaciones aún cambiaban y las tormentas no eran tan violentas. La bisabuela describía un invierno nevado en una de las cartas, con niños haciendo muñecos de nieve y familias reunidas alrededor de una chimenea.
Ella no podía concebir cómo era experimentar frío. Empezó a leer todas las cartas con determinación para aprender más. En ellas, la bisabuela contaba cómo la gente seguía ignorando el cambio climático a pesar de las advertencias de los científicos. Mencionaba fábricas que continuaban contaminando, bosques deforestados y un mar que lentamente erosionaba las costas.
Las palabras de su bisabuela conmovieron a la niña, llevándola a decidir que debía hacer algo. Convocó a los aldeanos y les leyó las cartas. Las palabras de la bisabuela despertaron algo en ellos: Un anhelo de cambiar, de proteger lo que quedaba. Unidos, comenzaron a sembrar árboles, construir barreras contra el mar y educar a los niños sobre la importancia de cuidar el planeta.
La niña y su aldea tenían la esperanza a pesar de que los días continuaban calurosos y el mar seguía avanzando. Conocían la extensión y dificultad del camino, pero también sabían que trabajando juntos podrían devolverle a la Tierra algo de su antigua grandeza. Y así, en medio de un mundo cambiante, Ana encontró su propósito: Pelear por un futuro mejor, en el que las historias de su bisabuela no solo fueran recuerdos lejanos, sino realidades posibles
Ana Elisa Estaban Alvarado
4° ESO
Colegio Madrid (México)